En la Ópera de Burdeos, con su "Fidelio", Valentina Carrasco ofrece una escapada lírica a la época de la Ocupación.

Producida en colaboración con el servicio penitenciario de Gironda para la integración y la libertad condicional, esta nueva producción de Fidelio de Beethoven pretende, como muchas otras, dar a la única ópera del compositor alemán el alcance universal de un himno a la libertad, que es lo que es. La directora Valentina Carrasco , utilizando un efecto de aumento al estilo Google Earth, reclutó a verdaderos prisioneros girondinos (al final de sus condenas) para que representaran sus propios papeles en el escenario. Una evasión lírica para cuatro funciones en la Ópera Nacional de Burdeos, hasta el 23 de mayo.
Pero al encarnarlo en la realidad, ¿no se está, en última instancia, restringiendo la perspectiva? Tanto más cuanto que la escena limita la dramaturgia al periodo de la ocupación alemana y de la liberación, especialmente en Burdeos, región portuaria estratégica y uno de los focos de la Resistencia.
Fotografías de época proyectadas en el fondo marcan el manifiesto de Beethoven inspirado en los ideales de la Ilustración y la Revolución Francesa. Imágenes de edificios desiertos y avenidas con banderas nazis ondeando, retratos de combatientes de la Resistencia (el matrimonio Aubrac, Jean Moulin, Jacques Chaban-Delmas, Simonne Mathieu y Simone Ségouin), torturadores (Maurice Papon, el «carnicero» de Lyon, Klaus Barbie), héroes (el general De Gaulle junto a las Fuerzas Francesas Libres). Desde el suelo hasta el techo, no falta un solo botón en los uniformes alemanes ni tampoco en los de la policía de Vichy, que colabora con los invasores.
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Le Monde